El municipio de Seibersdorf, en Baja Austria, comprendió el gran valor de cambiar los combustibles fósiles por una energía más limpia y sostenible. Se dieron cuenta de ese potencial utilizando recursos locales para el suministro de calor comunitario en una instalación de biomasa, alimentada con astillas de madera, corteza y paja. A diferencia de los combustibles fósiles, la biomasa es neutra en emisiones de CO2, tiene origen doméstico y reutiliza los biorresiduos para producir calor y electricidad.
El proyecto de Seibersdorf fue pionero en este campo con la instalación de una central de calefacción de paja en 1986, la primera de este tipo en Europa Central. La paja se compraba a los agricultores de la zona, se prensaba con una gran empacadora y finalmente se utilizaba para producir calor limpio y asequible para la comunidad local. Las cenizas de paja producidas por la combustión se reutilizan una vez más como abono para los agricultores locales. En 1987, Flexalen demostró ser la opción más adecuada para la instalación de la red de calefacción urbana, caracterizándose por su eficacia, facilidad y rapidez de instalación y notable esperanza de vida. Esto ha quedado demostrado en Seibersdorf, ya que, casi 30 años después, la red sigue funcionando sin quebraderos de cabeza.